Con el tiempo, envejecemos
como el envoltorio que hemos doblado
más veces de las que nuestra paciencia quisiera recordar.
La cantidad de arrugas será directamente
proporcional a la cantidad de vida que queramos usar.
E inversamente a las ganas de detener
el pasado cuando se está viviendo el presente.
A través del tiempo nuestras arrugas componen
la historia encerrada en un microcosmos,
testigo de la estela de las experiencias.
Estela que funciona, día a día,
como el cuento a leer cada noche.
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